lunes, 11 de agosto de 2008
jueves, 13 de marzo de 2008
Entrevista * Clarín
Entrevista realizada por Hernán Firpo para el diario Clarín el 17/11/06
TEATRO : ENTREVISTA A HERNAN MORAN "El arte es capricho"
Tiene dos obras en cartel, "Rotary" y "La mejor solución", ambas con ironía y estereotipos.
Hernán Firpo
hfirpo@clarin.com
Sin ser Muscari o Veronese, no es muy habitual tener dos o más obras de teatro en cartel. Hernán Morán dice que sí y a su modo se explaya sobre aquello de las hormigas que recorren determinadas zonas del cuerpo. "Me gusta pensar que la inquietud sea el motor que me impide estar sin hacer cosas. Soy muy inquieto". Y es así. Mientras Rotary y La mejor solución llevan una larga temporada en dos pequeñas salas porteñas, Morán ya anda bosquejando lo que vendrá. "Es una pieza que trata sobre fenómenos paranormales", adelanta sobre otra obra donde buscará continuar transitando los pasillos del humor, siempre desde un lugar ligado a la ironía, el absurdo y el estereotipo.Morán —32 años, cinco obras, formado en la técnica de Match de improvisación con Mosquito Sancinetto— trabaja sobre las décadas. En el caso de Rotary, nos transporta a los años de la transnacionalización cultural y el aporte del Di Tella. La mejor solución, en cambio, es un melodrama de los 80 y refleja su mirada más sociopolítica, con la proliferación de las villas de emergencia. Para una y otra, el trabajo creativo tuvo su pata periodística. "La mejor... parte de una investigación que se hizo a partir de distintos artículos periodísticos sobre la temática de familias argentinas que sobreviven".Rotary habla de un grupo de artistas fracasados y aunque aquí no se advierte una mirada juzgadora, la pieza refleja una complicidad que, de a ratos, puede generar angustia. Morán hace una puesta panorámica y los intérpretes se mueven en un mismo espacio, habitado por el público. Así, la frustración no escapa a un sentimiento colectivo. Un recurso que el autor sintetiza como "ruptura de la famosa cuarta pared. El espectador participa espiando la situación". ¿Por qué Rotary? "Para mucha gente, el Instituto Di Tella es una incógnita. La idea de Rotary también es medio incomprensible. ¿Qué es el Rotary? ¿Es esa gente que pone paradas de colectivos en parajes desiertos?", pregunta o se pregunta. La obra retropop recrea la reunión de cinco artistas cuyo objetivo consiste en recluirse para concebir la idea consagratoria. Al cabo, el fracaso también tendrá su propia estética. ¿Qué hubiera dicho un Romero Brest, factótum del Di Tella? "Tal vez diría que es una interpretación algo ligera y caprichosa, pero el arte es capricho. Rotary se ríe del snobismo. Para su concepción hemos ido a ver instalaciones... Los cínicos son los artistas".¿La decadencia es el punto de contacto entre ambas piezas? "Puede ser una lectura. La mejor... también trata sobre personajes imposibilitados de realizar acciones, pero se mueven en un ámbito más hostil".
TEATRO : ENTREVISTA A HERNAN MORAN "El arte es capricho"
Tiene dos obras en cartel, "Rotary" y "La mejor solución", ambas con ironía y estereotipos.
Hernán Firpo
hfirpo@clarin.com
Sin ser Muscari o Veronese, no es muy habitual tener dos o más obras de teatro en cartel. Hernán Morán dice que sí y a su modo se explaya sobre aquello de las hormigas que recorren determinadas zonas del cuerpo. "Me gusta pensar que la inquietud sea el motor que me impide estar sin hacer cosas. Soy muy inquieto". Y es así. Mientras Rotary y La mejor solución llevan una larga temporada en dos pequeñas salas porteñas, Morán ya anda bosquejando lo que vendrá. "Es una pieza que trata sobre fenómenos paranormales", adelanta sobre otra obra donde buscará continuar transitando los pasillos del humor, siempre desde un lugar ligado a la ironía, el absurdo y el estereotipo.Morán —32 años, cinco obras, formado en la técnica de Match de improvisación con Mosquito Sancinetto— trabaja sobre las décadas. En el caso de Rotary, nos transporta a los años de la transnacionalización cultural y el aporte del Di Tella. La mejor solución, en cambio, es un melodrama de los 80 y refleja su mirada más sociopolítica, con la proliferación de las villas de emergencia. Para una y otra, el trabajo creativo tuvo su pata periodística. "La mejor... parte de una investigación que se hizo a partir de distintos artículos periodísticos sobre la temática de familias argentinas que sobreviven".Rotary habla de un grupo de artistas fracasados y aunque aquí no se advierte una mirada juzgadora, la pieza refleja una complicidad que, de a ratos, puede generar angustia. Morán hace una puesta panorámica y los intérpretes se mueven en un mismo espacio, habitado por el público. Así, la frustración no escapa a un sentimiento colectivo. Un recurso que el autor sintetiza como "ruptura de la famosa cuarta pared. El espectador participa espiando la situación". ¿Por qué Rotary? "Para mucha gente, el Instituto Di Tella es una incógnita. La idea de Rotary también es medio incomprensible. ¿Qué es el Rotary? ¿Es esa gente que pone paradas de colectivos en parajes desiertos?", pregunta o se pregunta. La obra retropop recrea la reunión de cinco artistas cuyo objetivo consiste en recluirse para concebir la idea consagratoria. Al cabo, el fracaso también tendrá su propia estética. ¿Qué hubiera dicho un Romero Brest, factótum del Di Tella? "Tal vez diría que es una interpretación algo ligera y caprichosa, pero el arte es capricho. Rotary se ríe del snobismo. Para su concepción hemos ido a ver instalaciones... Los cínicos son los artistas".¿La decadencia es el punto de contacto entre ambas piezas? "Puede ser una lectura. La mejor... también trata sobre personajes imposibilitados de realizar acciones, pero se mueven en un ámbito más hostil".
miércoles, 12 de marzo de 2008
Crítica * Crítica Teatral
Crítica realizada por Gabriel Peralta para Crítica Teatral
“Rotary” es una obra escrita y dirigida por Hernán Morán.Corre la década del sesenta y un grupo de amigos-artistas-intelectuales deciden (en una noche llena de adrenalina) crear un movimiento artístico que sea superador, tanto en creatividad como en instalación mediática, al del Instituto Di Tella.Le dan el nombre de “EEHA” (sigla que significa “Es El Happening”) e inmediatamente comienzan, cada uno de ellos, a dar ideas sobre el acontecimiento inaugural de dicho movimiento.Con un interesante artilugio, Morán lleva a esa década el video (eso sí, conectado a un televisor enorme, que brinda imágenes en blanco y negro). En ese video se visualizan, casi de inmediato, las ideas y también se observan las sesudas reflexiones de cada uno de ellos acera del arte. Asimismo se transforman en críticos crueles y bestiales ante las ideas de los demás.Esta obra es una satírica radiografía de los artistas que, llenos de resentimientos por no ser nunca reconocidos, (por supuesto el motivo es porque la gente no los entiende) disimulan con ideas extravagantes su escaso, por no decir nulo, talento.Todos y cada uno de ellos son seres que se escudan en un lenguaje que mezcla palabras extrajeras, con citas de libros, términos psicoanalíticos y utilizan slogan vacíos de contenidos. Cuando se quedan sin estas herramientas se entreve personas inseguras que juegan un rol, que al parecer, no están muy felices de interpretar. La dramaturgia es muy buena. No solo por su estructura sino porque utiliza modismos, menciona hechos y personajes que instalan al espectador, sin ningún tipo de dudas, en la década arriba citada. Esto demuestra un profundo estudio de esa época.Cada uno de estos artistas es interpretado por actores que consiguen composiciones estupendas. Adriana Pregliasco es una mujer que hace de la ironía y la agresión verbal su modo de comunicarse, Sebastián Suñé pone en su artista del interior una combinación de prejuicios, venganza y complejo de inferioridad; Valeria Giorcelli es un ser todo despiste e inocencia; Juan Palacios es un homosexual que esconde, detrás de su poder económico, a un artista mediocre; Pablo Micozzi realiza una creación llena de sutilezas como el poco reconocido y hasta humillado director de teatro.Los rubros de escenografía y vestuario cuidan en cada detalle la ubicación temporal de la obra.Una vez más el talentoso Hernán Morán (“Nadie, nada, nunca”, “Federratas” entre otras) introduce al espectador en su mundo en el que combina: humor, ternura, ironía, junto a un gran cuidado estético.“Rotary” es una pieza que bien le cabe la irónica frase: “todo lo que tenga semejanza con la realidad es pura coincidencia.”
Crítica * Casting Porteña
El Happening - Por Eva Matarazzo
¿Qué es el Arte? Se preguntan los personajes de Rotary.
La obra de Hernán Morán habla sobre el encuentro de un grupo de artistas durante los años 60’, que se reúnen e intentan generar una nueva corriente para ponerse al paradigma artístico del momento que era el Instituto Di Tella.
Con un humor a base de delirios psicodélicos, los personajes nos harán transitar por las modas de la época. El querer ser protagonistas de la vanguardia los llevará a una competencia destructiva que terminará en el fracaso.
En búsqueda de “la idea” que les permita alcanzar el éxtasis en el arte, transitarán por situaciones que desnudarán el vacío, el egoísmo y las inseguridades que en ellos también habitan como parte de su naturaleza.
“Rotary es una obra que, desde mi intención, reconstruye la arquitectura del comportamiento humano frente al hecho artístico, desglosando las diversas etapas por las que pasa “El Artista” en el intento de superarse y mantenerse fiel a sus propios deseos”, comenta su autor y director Hernán Morán.
El trabajo de los actores está muy bien logrado, cada uno con una personalidad diferente llega al humor por medio de las situaciones y la frescura de sus personajes, sin caer en los trazos grotescos o esteriotipados.
El contar desde los años 60’ permite un interesante juego, tanto la escenografía como el lenguaje utilizado, o la cosmovisión que tienen estos artistas de la vida, resultan muy cómicos desde el contexto actual.
La obra quizás decae un poco en algunos momentos, donde el recurso del video ya se agotó para sorprender al público, pero se sostiene muy bien la mayor parte del tiempo, con la capacidad lúdica de los actores y las ocurrencias del guión.
La obra de Hernán Morán habla sobre el encuentro de un grupo de artistas durante los años 60’, que se reúnen e intentan generar una nueva corriente para ponerse al paradigma artístico del momento que era el Instituto Di Tella.
Con un humor a base de delirios psicodélicos, los personajes nos harán transitar por las modas de la época. El querer ser protagonistas de la vanguardia los llevará a una competencia destructiva que terminará en el fracaso.
En búsqueda de “la idea” que les permita alcanzar el éxtasis en el arte, transitarán por situaciones que desnudarán el vacío, el egoísmo y las inseguridades que en ellos también habitan como parte de su naturaleza.
“Rotary es una obra que, desde mi intención, reconstruye la arquitectura del comportamiento humano frente al hecho artístico, desglosando las diversas etapas por las que pasa “El Artista” en el intento de superarse y mantenerse fiel a sus propios deseos”, comenta su autor y director Hernán Morán.
El trabajo de los actores está muy bien logrado, cada uno con una personalidad diferente llega al humor por medio de las situaciones y la frescura de sus personajes, sin caer en los trazos grotescos o esteriotipados.
El contar desde los años 60’ permite un interesante juego, tanto la escenografía como el lenguaje utilizado, o la cosmovisión que tienen estos artistas de la vida, resultan muy cómicos desde el contexto actual.
La obra quizás decae un poco en algunos momentos, donde el recurso del video ya se agotó para sorprender al público, pero se sostiene muy bien la mayor parte del tiempo, con la capacidad lúdica de los actores y las ocurrencias del guión.
Rotary: entre el “Aguedófono” y la Misa criolla
Nota realizada por Karina Mauro para Alternativa Teatral
El Di Tella representa una discusión no cerrada para el mundo del teatro. El mítico Instituto conserva su lugar en el imaginario popular (si es que algo del Di Tella puede adquirir esa cualidad) a partir de las experiencias de las artes plásticas, especialmente los happennings. Pero era mucho más que eso y produjo mucho más también. En su Centro de Experimentación Audiovisual, dirigido por Roberto Villanueva, se hizo teatro y con mucha polémica, por cierto. La discusión se planteó, fundamentalmente, alrededor de las características del texto dramático como generador de una teatralidad determinada, y tuvo como protagonistas a los dramaturgos que producían dentro del Di Tella y a los que lo hacían fuera de él. Por alguna razón, en plena década del ‘60 (cuando ya se estaban desarrollando experiencias teatrales novedosas en el resto del mundo), el grueso del teatro argentino, preocupado aun por incorporar, algo tardíamente, los rudimentos del sistema Stanislavsky, no se adjudicó enfáticamente para sí las experiencias preformativas del Di Tella, acaparadas por la plástica, acaso por ser el área de la que procedían mayoritariamente los artistas que las producían. El teatro argentino comenzó a aceptar, abiertamente como propias, nuevas formas de generar teatralidad, recién a partir de la primavera democrática de los ‘80, con la explosión del teatro under (producido en mayor medida por actores jóvenes, ajenos y desinteresados en la antigua polémica)
Pero antes, mucho antes que eso, en una noche que se pierde en la bruma multicolor de la psicodelia sesentista, se desarrolla Rotary. Un grupo de artistas, en su mayoría plásticos y Genaro, un actor/dramaturgo, comparten una velada creativa con el objetivo de desarrollar una alternativa al Di Tella, que ellos mismos denominan EeHa (Es el happenning). Representar el proceso de elaboración del happenning, pero en una obra de teatro, no puede dejar de sugerir las relaciones entre ambas experiencias creativas, aún un tanto inexploradas por la teoría teatral. No por nada el creador del proyecto, Hernán Morán, es artista plástico.Poseedor de una amplia experiencia teatral, que va desde las obras más representativas de la poética de José María Muscari hasta los matches de improvisación, de Mosquito Sancineto, el director se define por su procedencia del mundo de las bellas artes. Consultado respecto del surgimiento del proyecto Rotary, Morán relata: “En un principio fui motivado por la idea de hablar de la problemática del artista frente al hecho artístico; me gusta trabajar a partir de lugares comunes, y nada mejor que situar a este grupo de timoratos en los ‘60, un período tan prolífico a nivel artístico y, como toda época y todo movimiento artístico en su apogeo, muy snob”. De hecho, la obra toma su nombre del exclusivo Rotary Club, uno de los símbolos de la oligarquía argentina. El director afirma que el punto de partida fue la investigación acerca del Instituto: “específicamente todo lo relacionado con los happennings, ya que están muy emparentados con la teatralidad. También todo el material gráfico y datos históricos puntuales que pude recopilar de mi formación como artista plástico y los testimonios a los que pudimos tener acceso, como por ejemplo La botica del ángel, de Bergara Leumann, un lugar increíble al que, por motivos ajenos a su dueño, no tiene acceso todo el mundo. Siempre me atrajo todo lo relacionado con el Di Tella y no hay tanta información. De hecho, en mi formación en Bellas Artes el tema se estudiaba en el último año y muy por encima, lo cual me motivó más a investigar por mi cuenta sobre esa época. Por otra parte, creo que Rotary habla de una problemática siempre actual en el arte, que es la falta de motivación, los bloqueos, la envidia, los gigantescos egos. Es cíclico y se vio en cada movimiento artístico”.Esta instancia previa de investigación sobre los ’60 se trasluce en varios aspectos de la obra. La escenografía y el vestuario, por ejemplo, reproducen a la perfección los caprichos que la moda de la época le infligió a los ojos de quienes la vivieron. Pero lo más jugoso se halla en la parodia de las creaciones de aquellos años, sobre todo en la performance del “Aguedófono” (peligroso artefacto generador de sinceridad), en el happenning inspirado en la Misa Criolla (otro happenning que une religión y nacionalismo) y en el video producido por el implacable dueño de casa (cuya ironía, sarcasmo y snobismo extremo lo convierten en uno de los personajes más logrados de la obra).En lo que respecta al trabajo con los actores, Morán explica: “Si bien la obra ya estaba escrita, el punto de partida fue la improvisación. Ésa es la base de todo. No me gusta que los actores comiencen a ensayar con el texto memorizado. De hecho, en Rotary el texto completo se abordó los últimos dos meses de ensayo. Creamos los happennings a partir de la improvisación de diferentes puestas sobre la Misa criolla. Encarar los personajes y la estructura de la obra desde la improvisación, les dio una base muy sólida a los actores e hizo personajes a prueba de todo”.En efecto, la actuación se sostiene en la creación de personajes consistentes, con características bien delimitadas, pulidas y desarrolladas, que redundan en espontáneas reacciones de los actores, quienes no pierden en ningún momento su lógica. A lo largo de esa noche compartida, se revelan las taras creativas, pero también la trama de relaciones entre los amigos y cómo las exigencias de ser creativos o modernos, con las que estos personajes aplastan a los artistas que no forman parte del grupo, terminan abatiéndolos también a ellos. En este sentido, es interesante observar cómo cada personaje intenta evitar o posponer la puesta en común de su obra, problemática del artista que torna universal esta pieza, más allá de la época que la obra representa o en la que es representada.
Es irónico que para hablar de estas experiencias artísticas (en el caso de Rotary más deseadas que producidas) se elija enmarcar la situación en un registro mayormente realista, sólo quebrado por la utilización de escenas registradas en video que contornean aún más a los personajes. De hecho, el happenning que se produce dentro de la obra, es la representación (o mejor, la parodia) de un happenning, más que un homenaje a sus procedimientos. Por otro lado, Genaro, el único personaje que presenta una vinculación explícita con el mundo del teatro, es quien expresa un cuestionamiento al programa artístico que rige la vida de sus compañeros. ¿Por qué es desde teatro que se hace proceder la mirada crítica?: “La obra no cuestiona las disciplinas -opina Morán. En todo caso a las personas. El tema es que son mundos diferentes. En mi opinión, los artistas plásticos son mayoritariamente introspectivos, más torpes en su expresar (que no tiene nada que ver con lo excéntricos que puedan llegar a ser) y el teatro tiene un origen expresamente catártico, que involucra el cuerpo y las emociones de manera directa. Eso establece una diferencia muy grande con la plástica, porque en ella todo está puesto en el objeto. Hasta la representación se convierte en elemento, cuando aparece. En conclusión: sucede lo mismo en el teatro que en otras artes, sólo que de manera diferente. De hecho, la única disciplina que no aparece en Rotary es la música, ya que no me sedujo, porque se ha contado mucho sobre ella”.Queda pendiente analizar por qué en esa noche de los ‘60, los artistas producen como pueden. El único que calla y anota es Genaro. Acaso guarde sus apuntes para dentro de veinte años.
Pero antes, mucho antes que eso, en una noche que se pierde en la bruma multicolor de la psicodelia sesentista, se desarrolla Rotary. Un grupo de artistas, en su mayoría plásticos y Genaro, un actor/dramaturgo, comparten una velada creativa con el objetivo de desarrollar una alternativa al Di Tella, que ellos mismos denominan EeHa (Es el happenning). Representar el proceso de elaboración del happenning, pero en una obra de teatro, no puede dejar de sugerir las relaciones entre ambas experiencias creativas, aún un tanto inexploradas por la teoría teatral. No por nada el creador del proyecto, Hernán Morán, es artista plástico.Poseedor de una amplia experiencia teatral, que va desde las obras más representativas de la poética de José María Muscari hasta los matches de improvisación, de Mosquito Sancineto, el director se define por su procedencia del mundo de las bellas artes. Consultado respecto del surgimiento del proyecto Rotary, Morán relata: “En un principio fui motivado por la idea de hablar de la problemática del artista frente al hecho artístico; me gusta trabajar a partir de lugares comunes, y nada mejor que situar a este grupo de timoratos en los ‘60, un período tan prolífico a nivel artístico y, como toda época y todo movimiento artístico en su apogeo, muy snob”. De hecho, la obra toma su nombre del exclusivo Rotary Club, uno de los símbolos de la oligarquía argentina. El director afirma que el punto de partida fue la investigación acerca del Instituto: “específicamente todo lo relacionado con los happennings, ya que están muy emparentados con la teatralidad. También todo el material gráfico y datos históricos puntuales que pude recopilar de mi formación como artista plástico y los testimonios a los que pudimos tener acceso, como por ejemplo La botica del ángel, de Bergara Leumann, un lugar increíble al que, por motivos ajenos a su dueño, no tiene acceso todo el mundo. Siempre me atrajo todo lo relacionado con el Di Tella y no hay tanta información. De hecho, en mi formación en Bellas Artes el tema se estudiaba en el último año y muy por encima, lo cual me motivó más a investigar por mi cuenta sobre esa época. Por otra parte, creo que Rotary habla de una problemática siempre actual en el arte, que es la falta de motivación, los bloqueos, la envidia, los gigantescos egos. Es cíclico y se vio en cada movimiento artístico”.Esta instancia previa de investigación sobre los ’60 se trasluce en varios aspectos de la obra. La escenografía y el vestuario, por ejemplo, reproducen a la perfección los caprichos que la moda de la época le infligió a los ojos de quienes la vivieron. Pero lo más jugoso se halla en la parodia de las creaciones de aquellos años, sobre todo en la performance del “Aguedófono” (peligroso artefacto generador de sinceridad), en el happenning inspirado en la Misa Criolla (otro happenning que une religión y nacionalismo) y en el video producido por el implacable dueño de casa (cuya ironía, sarcasmo y snobismo extremo lo convierten en uno de los personajes más logrados de la obra).En lo que respecta al trabajo con los actores, Morán explica: “Si bien la obra ya estaba escrita, el punto de partida fue la improvisación. Ésa es la base de todo. No me gusta que los actores comiencen a ensayar con el texto memorizado. De hecho, en Rotary el texto completo se abordó los últimos dos meses de ensayo. Creamos los happennings a partir de la improvisación de diferentes puestas sobre la Misa criolla. Encarar los personajes y la estructura de la obra desde la improvisación, les dio una base muy sólida a los actores e hizo personajes a prueba de todo”.En efecto, la actuación se sostiene en la creación de personajes consistentes, con características bien delimitadas, pulidas y desarrolladas, que redundan en espontáneas reacciones de los actores, quienes no pierden en ningún momento su lógica. A lo largo de esa noche compartida, se revelan las taras creativas, pero también la trama de relaciones entre los amigos y cómo las exigencias de ser creativos o modernos, con las que estos personajes aplastan a los artistas que no forman parte del grupo, terminan abatiéndolos también a ellos. En este sentido, es interesante observar cómo cada personaje intenta evitar o posponer la puesta en común de su obra, problemática del artista que torna universal esta pieza, más allá de la época que la obra representa o en la que es representada.
Es irónico que para hablar de estas experiencias artísticas (en el caso de Rotary más deseadas que producidas) se elija enmarcar la situación en un registro mayormente realista, sólo quebrado por la utilización de escenas registradas en video que contornean aún más a los personajes. De hecho, el happenning que se produce dentro de la obra, es la representación (o mejor, la parodia) de un happenning, más que un homenaje a sus procedimientos. Por otro lado, Genaro, el único personaje que presenta una vinculación explícita con el mundo del teatro, es quien expresa un cuestionamiento al programa artístico que rige la vida de sus compañeros. ¿Por qué es desde teatro que se hace proceder la mirada crítica?: “La obra no cuestiona las disciplinas -opina Morán. En todo caso a las personas. El tema es que son mundos diferentes. En mi opinión, los artistas plásticos son mayoritariamente introspectivos, más torpes en su expresar (que no tiene nada que ver con lo excéntricos que puedan llegar a ser) y el teatro tiene un origen expresamente catártico, que involucra el cuerpo y las emociones de manera directa. Eso establece una diferencia muy grande con la plástica, porque en ella todo está puesto en el objeto. Hasta la representación se convierte en elemento, cuando aparece. En conclusión: sucede lo mismo en el teatro que en otras artes, sólo que de manera diferente. De hecho, la única disciplina que no aparece en Rotary es la música, ya que no me sedujo, porque se ha contado mucho sobre ella”.Queda pendiente analizar por qué en esa noche de los ‘60, los artistas producen como pueden. El único que calla y anota es Genaro. Acaso guarde sus apuntes para dentro de veinte años.
Premio María Guerrero
Nota publicada en el diario Clarín el 29/10/07
(clic en el título para linck directo)
MAÑANA SE ENTREGAN LOS "MARIA GUERRERO"
Lo mejor del teatro... del año pasado
Se premia a las producciones del 2006. La ceremonia será conducida por Mirtha Legrand.
PREMIO A LA TRAYECTORIA ESTE AÑO LO RECIBIRA OSVALDO BONET. EN LA EDICION ANTERIOR, LA ESTATUILLA FUE PARA ALFREDO ALCON.
La ceremonia de entrega de los Premios María Guerrero a la actividad teatral del 2006 se realizará mañana a las 19.15, en el Museo Nacional de Arte Decorativo, y será conducida por Mirtha Legrand. Las ternas son:Director: Mariano Moro (Quien lo probó lo sabe), Daniel Veronese (Espía a una mujer que se mata), Villanueva Cosse (Lisandro).Actor: Guillermo Angelelli (Woyzeck), Manuel Callau (Lisandro), Oski Guzmán (El niño argentino) y Osmar Núñez (Espía a una mujer que se mata).Actriz: Marta Bianchi (Un mismo árbol verde), Leonor Manso (4.48), Ingrid Pelicori (Quartett).Escenógrafo y/o vestuarista: Alberto Bellatti, Alberto Negrín, Norberto Laino y Renata Schussheim.Autor argentino: Mariana Chaud (Budín Inglés), Mauricio Kartún (El niño argentino), Claudia Piñeiro (Un mismo árbol verde), Alfredo Ramos (Un amor de Chajarí).Premios estímulo: Hernán Morán (por Rotary), Gisella Barreto (Barranca Abajo, Formosa), Analía Sánchez (Un amor de Chajarí).Menciones: ATINA y Los Argerichos (del Hospital Argerich). Premio María Guerrero a la trayectoria: Osvaldo Bonet.El jurado está integrado por Gloria Bender (Relaciones Culturales Internacionales de la Cancillería), Rosa Celentano (directora), Tina Helba (actriz), los críticos Luis Mazas, Olga Cosentino, Rómulo Berruti, María Ana Rago, Pablo Gorlero, Ana Seoane, Linda Máximo y Eduardo Giorello, y en representación de la Asociación, Fernando Heredia.
Nota sobre la entrega de los premios
María Guerrero.
Premio Estímulo a Hernán Morán como autor y director de Rotary
(clic sobre la nota para imprimir o ampliar)
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MAÑANA SE ENTREGAN LOS "MARIA GUERRERO"
Lo mejor del teatro... del año pasado
Se premia a las producciones del 2006. La ceremonia será conducida por Mirtha Legrand.
PREMIO A LA TRAYECTORIA ESTE AÑO LO RECIBIRA OSVALDO BONET. EN LA EDICION ANTERIOR, LA ESTATUILLA FUE PARA ALFREDO ALCON.
La ceremonia de entrega de los Premios María Guerrero a la actividad teatral del 2006 se realizará mañana a las 19.15, en el Museo Nacional de Arte Decorativo, y será conducida por Mirtha Legrand. Las ternas son:Director: Mariano Moro (Quien lo probó lo sabe), Daniel Veronese (Espía a una mujer que se mata), Villanueva Cosse (Lisandro).Actor: Guillermo Angelelli (Woyzeck), Manuel Callau (Lisandro), Oski Guzmán (El niño argentino) y Osmar Núñez (Espía a una mujer que se mata).Actriz: Marta Bianchi (Un mismo árbol verde), Leonor Manso (4.48), Ingrid Pelicori (Quartett).Escenógrafo y/o vestuarista: Alberto Bellatti, Alberto Negrín, Norberto Laino y Renata Schussheim.Autor argentino: Mariana Chaud (Budín Inglés), Mauricio Kartún (El niño argentino), Claudia Piñeiro (Un mismo árbol verde), Alfredo Ramos (Un amor de Chajarí).Premios estímulo: Hernán Morán (por Rotary), Gisella Barreto (Barranca Abajo, Formosa), Analía Sánchez (Un amor de Chajarí).Menciones: ATINA y Los Argerichos (del Hospital Argerich). Premio María Guerrero a la trayectoria: Osvaldo Bonet.El jurado está integrado por Gloria Bender (Relaciones Culturales Internacionales de la Cancillería), Rosa Celentano (directora), Tina Helba (actriz), los críticos Luis Mazas, Olga Cosentino, Rómulo Berruti, María Ana Rago, Pablo Gorlero, Ana Seoane, Linda Máximo y Eduardo Giorello, y en representación de la Asociación, Fernando Heredia.
Nota sobre la entrega de los premios
María Guerrero.
Premio Estímulo a Hernán Morán como autor y director de Rotary
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Nota * Revista La Mano
Crítica * La Nación
Crítica * Página 12
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